domingo, 3 de febrero de 2013

Homenaje a Ángel Sanz Briz y a todos los que lucharon contra el Nazismo

Hola a todos. El domingo pasado fue el día de las víctimas del Holocausto. Televisión española lo recordó con un breve reportaje en el que aludió a varios españoles que intentaron salvar a miles de judíos arriesgando sus propias vidas. Especial lugar ha de merecer entre nosotros un aragonés llamado Ángel San Briz quien, si bien luchó contra el gobierno legítimo de la República española, supo ser una buena persona y salvar a un buen número de judíos, la mayoría de descendencia española, arriesgando su persona en un momento crítico y dramático dentro de la historia de nuestro planeta. Fue, si no recuerdo mal, porque estoy hablando de memoria, allá por el año 1944, cuando el entonces joven diplomático aragonés comenzó a realizar gestiones, con ayuda de los países neutrales como Suecia y el Nuncio papal, con el objetivo de intentar parar esa masacre sin sentido que era el holocausto, en donde los principales perjudicados fueron personas de religión judía, aunque no los únicos, pues hemos de recordar también a los republicanos españoles. Hace poco, y basándose en un libro del ilustre periodista Diego Carcedo, Francis Lorenzo ha encarnado la vida de Ángel Sanz Briz. Su principal virtud e inteligencia fue lograr obtener de las autoridades húngaras, titeres del régimen nazi, un salvoconducto para doscientas personas con nacionalidad española y poner letras a cada número para así convertir esos doscientos salvoconductos en unos cuantos más para salvar las máximas personas posibles. Con ayuda de la embajada, comenzó a alquilar pisos a nombre de las autoridades españolas y así convertirlos en lugares españoles y por tanto a salvo de las autoridades filo-nazis húngaras. La otra gran baza legal que jugó el diplomático español fue utilizar el decreto de 1924 de la Dictadura de Primo de Rivera para conceder el pasaporte español al máximo número de judíos posibles. La interpretación de ese decreto decía que se podía conceder la nacionalidad española a todas aquellas personas descendientes de españoles, luego se veían beneficiados los judíos sefardíes, es decir, los judios españoles, pues Sefarad es España. Así pues, aparte quizás de remediar en parte esa injusta decisión de los Reyes Católicos, Ángel Sanz Briz, junto con el personal de la embajada, lograron salvar a un número importante de los descendientes húngaros de los judíos españoles expulsados de su Reino en 1492. No cuento con exactitud la historia porque en el artículo de Wikipedia y sobre todo en el libro de Diego Carcedo está mejor explicada. Simplemente dar las gracias a nuestro paisano Ángel Sanz Briz por todo lo que hizo para salvar a personas humanas de una muerte injusta. El Estado de Israel, independientemente de lo que sobre él piense, le ha concedido el Título de Justo entre los Justos. Nosotros, los aragoneses, no lo hemos olvidado tampoco, ya que tiene el instituto de Casetas dedicado a su nombre y una plaza en la ciudad de Zaragoza justo muy cerquita del pabellón Príncipe Felipe. Pero vamos, me parece a todas luces insuficiente. Ha habido muchas personas que con muchos menos méritos ha obtenido la máxima distinción que otorga el parlamento aragonés, sus medallas. Yo me planteo, no tendría derecho Ángel Sanz Briz, a tener una Medalla de las Cortes de Aragón a título póstumo por su entregada labor en favor de la salvación de vidas humanas en medio del conflicto armado más catastrófico de la Historia de la Humanidad. Este año se cumplirán 69 años de su hazaña y 33 de su muerte. Creo que bien este año o bien el siguiente, que se cumplirá el septuagésimo aniversario de su hazaña, serían unas buenas fechas para que los representantes del pueblo aragonés reconocieran la hazaña más importante que creo que un aragonés ha realizado durante su vida.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por favor, donen sangre. Los de Castellón, también.

Un abrazo.

David.

Anónimo dijo...

Donad sangre.

Por favor.

David.