lunes, 5 de diciembre de 2011
Crisis: tiempo para divagar y encontrar las ideas para transformarse
Hola a todos. Tenía pensado actualizar mi blog, tras mucho tiempo descuidado con mis reflexiones sobre los últimos acontecimientos a nivel nacional y europeo, es decir, dar mi visión y mi análisis sobre las elecciones del 20-N y sobre la situación que se vive en la UE. Sin embargo, lo dejaré para un poco más adelante, quizás cuando me toque explicar esas cosas dentro de una semana. Que haya variado el contenido de la entrada, no significa que cambie de tema, pues voy a hablar de la crisis, pero quizás en un sentido metafísico y filosófico de la misma. Desde luego que hoy pensando sobre la crisis. ¿Qué es la crisis? Bajo mi punto de vista creo que la crisis no es mala. Al contrario, supone un periodo de cambio, de transformación, en el que hay que dar un nuevo rumbo a las cosas que nos permita reorientar nuestro futuro más próximo con garantías de éxito o al menos intentarlo. Al principio, cuando uno entra en crisis va deambulando, sin dirección, sin tener las cosas claras. Eso es lo que realmente supone la crisis, no saber lo que se hace o hacer las cosas como gallina sin cabeza, utilizando la expresión de Itziar Miranda, la actriz que da vida al personaje de Manolita en Amar en tiempos revueltos. El problema no es entrar crisis, sino el tiempo que uno tarda en poner las cosas en orden para salir de ella. Queda claro que cuanto más tiempo se demore esa corrección del rumbo, menos tiempo existe para iniciar el nuevo periodo de subida. Por lo tanto, hace falta frialdad, serenidad y calma a fin de poner hallar ese nuevo rumbo que la situación requiere. Sólo así se puede salir de ese periodo transformado y adaptado a las nuevas circunstancias que han generado una crisis, que simplemente se trata de una forma de hacernos ver que nuestro destino no va en correlación con lo que las circunstancias demandan en ese momento. Mientras paseaba por el jardín botánico de mi ciudad, Zaragoza, he tenido la suerte de ver, en un momento fugaz, a una de las rosas más hermosas que la naturaleza haya podido crear en 4600 millones de años y que haya creado en lo que le queda de existencia; además, todavía conservaba esa frescura tan volátil de la belleza típica del inicio de la madurez después de tantos años de su descubrimiento allá por mediados de los noventa del siglo pasado. Eso me ha dado a reflexionar, visto que dicha rosa, pese a personificar la rapidez del tiempo y la brevedad de la jovialidad y su aprovechamiento antes de llegue la época de marchitarse, como bien nos recordaban los autores greco-latinos, Garcilaso de la Vega y otros poetas del Renacimiento, todavía seguía estando esplendorosa, fruto de que en su momento supo pilotar ese periodo de crisis con fortuna, gracias a lo cual puede seguir conservando ese juvenil aspecto que tanto me embaucó cuando la conocí. Mentando estas referencias literarias, con las que tanto disfruté en el instituto, creo que va siendo hora de intentar poner orden en ese periodo de crisis que se está atravesando y saber lo que se quiere afrontando ya las cuestiones de manera irrenunciable para lo bueno o para lo malo. Se trata de abandonar ese espíritu flemático tan típico de los ingleses, que últimamente se apodera de mi para ciertas cosas, y afrontar las situaciones con esa energía y claridez con las que un deportista encara las duras pendientes de un puerto para acabar triunfando en la línea de meta. El futuro dirá cuanto tiempo cuesta lograr asentar esas bases para lograr una correcta transformación a lo que la naturaleza, la sociedad y el alma demandan. Bueno, hasta aquí creo que han llegado mis reflexiones sobre la crisis. Espero no haber aburrido al personal que haya llegado hasta aquí, si es que ha habido alguno. Finalmente, ilustraremos con algunas bellas flores del parque de Kaukenhoff, en Holanda.
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