Hola a todos. Desde hace varios años, es costumbre dedicar al atletismo el día 31 de diciembre, el último día del año de la civilización global, basada en la circuncisión de Jesús, profeta en las religiones cristiana y musulmana. En este año que acaba, se han celebrado los mundiales de Atletismo en Rusia, en donde Usain Bolt y Shelly-Ann Fisher Price han ganado los 100 y 200 m masculinos y femeninos. Usain Bolt goza de una gran fama actualmente, así como veinte años la tuvo un atléta estadounidense llamado Carl Lewis, que logró en 1984 cuatro medallas de oro: 100m, 200m, salto de longitud y relevo 4x100m. Ambos atletas tienen en común ser negros. No nos sorprende, por fortuna, que una atleta negro tenga fama y dinero. Sin ir más lejos, vayamos a la NBA, donde las grandes figuras son baloncestistas negros, salvando excepciones como Larry Bird o actualmente Pau Gasol. Sin embargo, si echamos la mirada a unos cuantos años atrás, veremos que esto no era así, al menos en Estados Unidos. Este año que hoy acaba ha sido el año en el que se ha cumplido el centenario del nacimiento de un atleta humilde en una humilde famili que procedía de los antiguos esclavos negros que trabajaban en las grandes plantaciones agrícolas de los Estados Unidos. Me estoy refiriendo a Jesse Owens, nieto de esclavos que vino al mundo en 1913. Nos dejó el último día de marzo de 1980. Para mi su gran hazaña histórica no fue ganar cuatro medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, justo cuando en España había comenzado la Guerra Civil y en Europa se estaba gestando la gran catástrofe que supuso la Segunda Guerra Mundial. Como paso previo, Hitler, quería lanzar al mundo a través de los Juegos Olímpicos de Berlín 1936 un claro mensaje: la fortaleza y superioridad de la raza aria. No obstante, un humilde negro, Jesse Owens hizo saltar por los aires ese objetivo de Hitler, ya que se impuso en las pruebas de 100m, 200m, 4x100m relevos y en salto de longitud, batiendo en esta prueba al alemán y favorito Lutz Long, que se hizo amigo del atleta estadounidense. Pues bien la gran hazaña histórica de Jesse Owens fue vencer al racismo en la Alemania de Hitler y en los "democráticos" Estados Unidos en donde ni siquiera la gran estrella de la velocidad recibió reconocimientos oficiales a su gesta deportiva. En efecto, el bueno de Jesse Owens tuvo que hacer frente no sólo a la ignorancia oficial, sino también a la discriminación racial que le impedía montarse en la parte delantera de los autobuses o encontrar trabajo. Tan sólo consiguió un empleo de botones. Sin embargo, el atleta estadounidense no se amilanó ante los embates que le deparaba la vida, puesto que intentó ganarse la vida de la forma que pudo: haciendo carreras contra caballos y coches y después finalmente enrolándose en el equipo de Harlem Globe Trotters, al cual he tenido la oportunidad de ver en Zaragoza. Pues bien, según mi opinión, Jesse Owens fue un auténtico héroe. Es el ejemplo de las virtudes que nos deben llevar al éxito: esfuerzo, trabajo, voluntad, humildad y mirar para delante. Por supuesto, siempre tuvo el reconocimiento de los suyos, que es lo más importante: su familia y su amigo alemán Lutz Long, que desgraciadamente murió en la Segunda Guerra Mundial, siendo una de las pocas estrellas deportivas alemanas en ser movilizadas para el esfuerzo de guerra. Quede aquí patente, en mi blog, el reconocimiento histórico a la figura de Jesse Owens, un verdadero atleta y héroe de la vida cotidiana. Las fotos han sido tomadas del sitio web de Jesse Owens: http://www.jesseowens.com/photos/
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3 comentarios:
Hola. Donad sangre, por favor, también en Castellón. En la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid ya no se reparte "El Economista". Ni "Expansión". ¿Por qué?
Acuérdate, Roberto, de las clases de doña Encarna Jarque.
David.
Donad sangre este fin de semana, también en Castellón. Esta tarde, en la Facultad de Filología de la Complutense, a eso de las 19:00 más o menos, hay un concierto de música eslovena.
Un abrazo.
David.
Donad sangre, la situación es desesperada.
Un abrazo, Roberto. Y lee el ABC.
David.
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